domingo, 13 de abril de 2014

La Crónica: Las Bacantes toman Sagunto

“Aún me acuerdo de la primera reunión que tuvimos de La Nave Argo, cuando Fernando dijo soñando:”¿Te imaginas que algún día actuemos en el teatro de Sagunto?”. Y entonces nos comenzamos a reír pensando en ello”.

Con estas palabras pronunciadas por Carlos Aragüez comenzábamos nuestro viaje. Un viaje que, hasta hace muy poco, era solo un disparatado sueño que ni siquiera se nos pasó por la cabeza a muchos. Pero por algo existen los sueños. Para cumplirlos. Nosotros, cargando las piezas del escenario en el autobús, aún no nos dábamos cuenta de que estábamos comenzando el viaje hacia nuestro sueño. Comenzábamos el viaje hacia Sagunto.








Cada metro que nos acercábamos se podía notar en los ojos de cada uno de los argonautas que allí viajaban, en el brillo que aparecía en sus ojos mientras repasaban ese guión divino que cada vez que recitan en un escenario les lleva a un mundo de aplausos y halagos.

Finalmente, el micrófono del autobús hizo que la voz de Fernando nos anunciara nuestra llegada al sagrado lugar que un día de Octubre nos despidió con aplausos y ahora nos recibía con un calor que ya se notaba en nuestros corazones; mientras, nos asomábamos con ansiosa curiosidad por las ventanillas para volver a encontrarnos con nuestra vieja amiga, una amiga que se había vestido de gala y colgaba en sus calles carteles anunciando los esperados Ludi Saguntini 2014.


Bacantes, preparaos.

Hemos llegado a Sagunto.


Tras instalarnos en nuestras respectivas habitaciones, nos dirigimos directamente a nuestro templo. Nuestro hogar. Nuestro teatro. El mero hecho de entrar por sus ancestrales pasillos y respirar profundamente en ese lugar de culto al saber ya hincha nuestros pechos de orgullo y emoción al imaginarnos a Dioniso enfurecer contra Penteo a nuestras enloquecidas Bacantes al día siguiente. Comenzamos a montar nuestro ya famoso altar. Primer ensayo.


Sagunto, prepárate. Han llegado las Bacantes.


Una tarde perfecta antes de una función perfecta. Cuando nuestros reporteros empiezan a recorrer cada recoveco del milenario teatro no pueden dar un paso sin percibir la presencia de la familia argonauta en su suelo y sin escuchar aterrados y perplejos con que facilidad se auto inducen al hechizo de Dioniso haciendo retumbar con sus conjuros la roca centenaria que forja las paredes de nuestra casa.


El día acaba en un intento por conciliar un difícil sueño que les descanse para la actuación del día siguiente. Esperamos el amanecer. Un nuevo amanecer para nosotros y para aquellos inocentes espectadores que aún desconocen lo que les espera.


Pero somos nosotros quienes madrugamos antes que el propio Sol. El maquillaje comienza a caracterizar nuestras caras y pelos, y los trajes empiezan a vestir nuestros cuerpos introduciéndonos aún más en los personajes que debíamos interpretar. Es así como La Nave Argo convierte un tranquilo hotel en un ajetreado laberinto de camerinos improvisados con actores ensayando consigo mismos y directores subiendo y bajando escaleras modificando el guión conforme las ideas salían despedidas de su creativo ingenio. Risas, nervios, gritos, carreras, conjuros dionisíacos... Nada consigue calmar nuestras ansias de hechizar al numeroso e impaciente público.


No hay segundos más largos, minutos más lentos y horas más pausadas que los que preceden a la representación. Ultimamos los preparativos. Desde lo alto del teatro se ve como Sagunto comienza a llenar sus calles y bancos de adolescentes con inconscientes ansias de sucumbir a los encantos de Eurípides. Todos ocupamos nuestros puestos. Comienzan a entrar.


1200 personas ocupan el horizonte de las gradas saguntinas. ¿Quién es aquel que no sintió esas rebeldes mariposas en el estómago? ¿Quién es aquella que no derramó alguna gota de frío sudor nervioso? ¿Quienes son aquellos que no predijeron el inminente éxito que ibais a provocar con vuestras voces y vuestros gestos?


Comienza la función.


Bacantes, triunfad.


El irresistible encanto de Dioniso... La fuerza real de Penteo... El radicalizado carácter de Ágave... La veterana fortaleza de Cadmo... La sobresaliente dicción del mensajero... La respetuosa sabiduría de Tiresias... Y  ante todo... La apasionada locura de las Bacantes en la conjuración de sus estrofas y la violenta recitación de sus antistrofas...


La prepotente provocación de Dioniso ante la firme oposición de Penteo... La inoculada locura en las fiestas báquicas... El fervor del coro bacante... El fiel respeto de Tiresias y Cadmo hacia la adoración exigida de Dioniso... El éxtasis improvisado de Silvia... El sufrido engaño de Dioniso a un Penteo manipulado... Y sobre todo, el despedazamiento atroz de las Bacantes al indefenso cuerpo de Penteo...


Todo ello es una perfecta coordinación caótica de engranajes que forman una maquina deslumbrante de la interpretación con un nombre que ya resuena en los rincones del teatro grecolatino español. Ese es nuestro nombre. Somos La Nave Argo.

Otro éxito.


Los aplausos, la euforia y las lagrimas no podían esperar al desenlace de la obra y estallaron en uno de los magistrales movimientos de nuestros argonautas.


Otro éxito.

Solo queda atender a los nuevos seguidores de los actores y de la familia argonauta. Y este cronista vuelve a quedarse sin palabras para describiros. Habéis vuelto a conquistar Sagunto. Las críticas y los elogios llegan en directo y por las redes sociales. Recibís vuestro merecido reconocimiento ante la mirada de 1200 personas que se niegan a irse y continúan aplaudiendo tan solo por poder disfrutar de vuestra presencia todo el tiempo que puedan.


Otro éxito. Otro aplauso. Otra mirada admiradora. Otra victoria.


Con esperados y  maravillosos acontecimientos, tejemos los argonautas nuestro éxito. Lo que tuvo que suceder, ocurrió en Sagunto. Lo que esperábamos, fue un exito. Y ante lo inesperado, La Nave Argo abre paso.


Bacantes, habéis triunfado.


Argonautas, SABOREAD LA GLORIA.
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Ya podéis disfrutar de las fotos de esta experiencia en GALERÍA. Nos podéis seguir en Twitter (@LaNaveArgo) y Facebook.

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